Nuestro colaborador Efrén vuelve con una de sus emotivas crónicas. Esta vez es el turno de U2, que pasaron por Madrid en dos fechas la pasada semana.
Emocionante noche en la que tuvimos el acierto de asistir al reencuentro de
U2 con la ciudad de Madrid. Trece años después de su última aparición por una ciudad que había sido desterrada en anteriores giras, el cuarteto eligió la capital de España como punto de paso de
Experience+Innocence por la península ibérica.
Nuestra ciudad siempre tuvo una relación idílica con el grupo. Se entiende así la reacción visceral de muchos fans que hace meses vieron sus sueños truncados ante el aluvión de peticiones que hicieron que el sistema de TicketMaster colapsara y, escandalosamente, derivara las entradas a otras webs de reventa que se lucraron con la ilusión y el sueño de muchos seguidores. De ahí que el grupo anunciara una segunda fecha (21 de septiembre), que es la que nos ocupa.
Con 36 años de andadura triunfal en el mundo de la música y un fastuoso montaje con el que
U2 se apoya en esta gira, dio comienzo el show ante un lleno absoluto con cierto retraso en el horario previsto. La propuesta ante un Wizink Center lleno hasta la bandera consta de un escenario absolutamente novedoso y ciertamente espectacular; una pantalla móvil y rectangular de más de 40 metros de largo divide la pista del Palacio en dos. Bajo ella, un pasillo que conecta dos pantallas led semitransparentes y, en ambos extremos de la construcción, dos escenarios de diferentes tamaños usados a tal efecto en la temática global de esta gira.
Quien pensara que acudir a esta gira de
U2 era disfrutar de un concierto al uso, se equivocaba. Los irlandeses pusieron un toque temático y ciertamente espectacular en su propuesta, apoyados en la fastuosa tecnología que les acompaña. El show podría así plantearse como una suerte de musical autobiográfico divido en actos teatrales, con una
setlist en la que se plantea un nexo de unión entre canciones para narrarnos el planteamiento del
Experience+Innocence Tour. Un viaje de la inocencia hasta la experiencia en el que
Bono, al igual que un trovador o narrador de historias, aparece ante nosotros como maestro de ceremonias y conductor directo de sus sueños.
En forma de realismo mágico y apoyado por imágenes y vídeos interactivos de gran espectacularidad, nos relata que la inocencia, a pesar de los años recorridos y la experiencia acumulada, sigue habitando en su conciencia.
Comenzaron la andadura del primer acto con
Blackout y
Lights Go Home, ambas del álbum
Songs Of Experience, que nos introducen en la temática reseñada con un alarde de efectos visuales en los que
Bono recuerda a su madre, sus calles irlandesas, su vida a través de un impresionante arte visual permitiéndole interactuar durante la proyección de las imágenes formando parte de su propia narración a través de las gigantescas led.
También hubo tiempo de presenciar impactantes imágenes de ciudades (entre ellas, Madrid durante la Guerra Civil) asoladas por bombardeos y acompasadas por imágenes del famoso discurso de Chaplin en
El Gran Dictador.
Más tarde recordaron su época más punk/rock con una tremenda
I Will Follow, a la que siguió
All Because Of You y
Beatiful Day (en la que Bono se sacó de la manga sorpresivamente la estrofa "Pedro Sánchez right in front of you", que provocó algún murmullo de desaprobación),
The Ocean, la preciosa
Iris,
Cedarwood Road, una versión semi acústica de
Sunday Bloody Sunday y
Until The End Of The World, que nos daba a entender que esta noche no era de trinchera y danzas sin freno, sino de reflexión y disfrute de un espectáculo diferente y profundo en el que el mensaje era el hilo conductor de la melodía.
Así se cerró el primer acto de esta noche, en el que las frases “De Madrid al cielo” y “Nadie es extraño en Madrid”, pronunciadas por un Bono algo introspectivo y melancólico, no alcanzaron el júbilo deseado; posiblemente la contención organizada que rodeaba el espectáculo no dejó mucho espacio a la interacción con el público, anonadado y aún embelesado por la presencia del cuarteto de Dublín.
Tras una pausa de descanso en la que sonó un mix de
Hold Me, Thrill Me, Kiss Me, Kill Me, aderezado con gigantescas proyecciones de viñetas de los protagonistas en forma de divertido cómic sonoro, comenzó el segundo acto de la noche.
Como era de prever, esta parte del espectáculo derivó hacia consignas políticas y civiles propias de un personaje comprometido con su presente como es el icónico protagonista. Comenzaron su propuesta en el segundo escenario de la noche, más pequeño y circular, regalando al público una mayor cercanía.
Vertigo empezó a sonar rotundamente. La que siguieron
Even Better Than the Real Thing y
Acrobat, acompañadas de imágenes reivindicativas contra el populismo existente y la posverdad y de alegato claro por el europeísmo como fuente de humanismo contra los nacionalismos y frente a la crisis de refugiados. Curiosamente, Bono en esta última parte recuperó su
alter ego de giras pasadas: su transformación en McPhisto, gracias a la alta tecnología que les acompaña, resultó absolutamente formidable. Las imágenes de su turbadora cara demoníaca en directo, disertando a través de las pantallas gigantes contra el ego, la vanidad, la lujuria y la falsedad de su propio personaje y del mundo.
Más tarde llegó el momento más emotivo de toda la noche con
You Are The Best Thing About Me y
Summer Of Love, ambas en acústico y con momento estelar de esta última interpretada por la dupla prodigiosa de la noche:
Bono y
The Edge en solitario frente a los 15.000 que, en perfecta armonía, disfrutábamos de este momento en directo.
Después llegaron
Pride, Get Out On Your Own Way, New Year´s Day. A modo de reivindicación de los derechos de la mujer, la obra adquiere un aire feminista ofreciéndonos imágenes de Sian Evans (hija de The Edge y portada de su último disco) acompañadas de alegatos a favor del empoderamiento femenino.
Tras esta acumulativa y densa sucesión de consignas y proclamas continuaron con la espectacular
City Of Guilding Lights, con la que Bono cierra el círculo de su relato sobre la importancia de la inocencia durante los años de la madurez ofreciendo un final de parábola mágica donde la bombilla encendida, metáfora de esa misma inocencia, vuelve al hogar del que nunca debió partir.
El final del show nos regaló la mítica
Spanish Eyes, única canción de
The Joshua Tree interpretada hasta el momento en todo el mundo durante en esta gira mundial.
Como colofón a este extraordinario obsequio nos ofrecieron en forma de bises
One, Love Is Bigger That Anything In This Way y
13 (There Is A light), con la que cerraron su idílica noche madrileña ofreciendo un final de concierto controlado, aunque memorable.
Una gira en la que todo está medido al milímetro, ofreciendo momentos emotivos de un grupo histórico que está entre los grandes intérpretes vivos de la historia del rock. Lo saben y lo explotan de manera certera, ofreciendo recursos tecnológicos que ayudan en cierta manera a sobrellevar el desgaste de una gira mundial tan extensa. Dos horas y veinte minutos de magia y cercanía completamente satisfactorios para todos los que llevamos a
U2 siempre muy cerca de nuestro corazón. Los que pudimos acudir a su última aparición por nuestra ciudad, allá por 2005, en el antiguo Calderón lo sabemos. Elixir de nuestra adolescencia y confesores de secretos de juventud, gracias por volver a visitarnos.
*Escucha aquí la lista de reproducción con el setlist del concierto.
Madrid, 21 de septiembre (Wizink Center), 15.000 personas
Voz: Paul Hewson (Bono)
Guitarra, teclado y coros: The Edge
Bajo: Adam Clayton
Batería: Larry Mullen Jr.