Todos los años espero con ilusión la llegada del Día de Todos los Santos, no solo porque es festivo -que también- si no porque contra todo pronóstico yo soy muy de Halloween. A ver, me explico, no soy muy amiga de las pelis de terror, sobre todo desde que a los 12 años 'Pesadilla en Elm Street 3' y su malvadísimo Freddy Kruegger me aterrorizaran de tal forma que estuve dos semanas sin pegar ojo y más de un mes con pesadillas e insomnio. Sí, aquí donde me veis soy un poco cagona. Tanta perfección no era posible :-P
Tampoco es que me apasionen los sustos sobrenaturales. La única vez que estuve en el Pasaje del Terror, me quedé paralizada del pánico y se me agarrotó el cuello por un par de días. No voy a decir la edad que tenía -tengo una dignidad, al menos en este blog- pero sí confesaré que ya era adulta.
Y os preguntáreis (y con razón) ¿pero entonces, qué es lo que le gusta a esta tarada de Halloween? Pues me gustan (y mucho) los disfraces, toda la parafernalia friki, las calabazas, las chuches del 'truco o trato y, por supuesto, la música de temática monstruosa.
Tampoco es que me apasionen los sustos sobrenaturales. La única vez que estuve en el Pasaje del Terror, me quedé paralizada del pánico y se me agarrotó el cuello por un par de días. No voy a decir la edad que tenía -tengo una dignidad, al menos en este blog- pero sí confesaré que ya era adulta.
Y os preguntáreis (y con razón) ¿pero entonces, qué es lo que le gusta a esta tarada de Halloween? Pues me gustan (y mucho) los disfraces, toda la parafernalia friki, las calabazas, las chuches del 'truco o trato y, por supuesto, la música de temática monstruosa.