Desde que me diagnosticaron cáncer a principios de año he tenido que anular varios conciertos a los que tenía programado asistir. Me perdí a dos pesos pesados como Bob Dylan, en marzo y a Ringo Starr, en junio, a pesar de haber conseguido la entrada con muchísima antelación. Me jodió, pero no tanto como perder la oportunidad de ver a
Coque Malla en Huelva este verano, cuando estaba en mi pueblo adoptivo sobrellevando el final de la quimioterapia. No me dieron las fuerzas y el bajón fue importante. Por eso, este viernes llegué a
la Riviera con la inseguridad de quien lleva varios fracasos a sus espaldas.