Billie Holiday con su perro Mister, el único acompañante que la quiso de verdad |
Se llamaba María. Tenía 46 años, dos hijos y la vida por delante, hasta que su marido decidió que no. La asesinó con su escopeta de caza delante de su hijo de 11 años. Les jodió la vida a los tres, y después, con la cobardía que anida en estos miserables, se pegó un tiro.
María es la víctima número 41 de violencia de género en España en lo que va de año. Fue asesinada mientras nosotras escribíamos sobre la conmemoración del 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y ha sido un macabro y triste recordatorio de que esta fecha simbólica continúa siendo necesaria (pero no suficiente).
Cada 10 minutos una de nosotras es asesinada en el mundo, según datos de la ONU. Aun así, no parece ser un tema suficientemente prioritario en la agenda política y es incluso negado por algunos y algunas. Vamos bien…
Las raíces de la violencia machista que nos asola y nos mata son extensas y están por todas partes. En la educación que recibimos y que damos, en las acciones (o inacciones) políticas, en el trabajo remunerado y en el doméstico… Por supuesto, también en el arte. Cuántos libros, películas, canciones que nos recuerdan que “este es un mundo de hombres”, parafraseando a James Brown.
Empezamos a escribir este texto con una idea muy diferente en la cabeza. Pensábamos hablar de mujeres del mundo de la música que sufrieron abusos físicos y psicológicos a manos de hombres, fueran o no sus parejas. La lista es larga, amigas: Tina Turner, Aretha Franklin, Nina Simone, María Jiménez, Lady Gaga, Rihanna, Zahara, Madonna… o la grandiosa Billie Holiday, con una biografía marcada tanto por esas interpretaciones que te parten el corazón como por su adicción a las drogas, al alcohol y a los hombres malvados.
La vida no era fácil para una chica negra y pobre en los Estados Unidos de principios del siglo XX —¿lo es hoy?—. Violada por un vecino con 10 años y abocada a la prostitución en su juventud a causa de la miseria, no resulta extraño que Billie fuera presa fácil de relaciones de maltrato, en busca de ese gran amor verdadero que la redimiera. Era Lady Day, era la gran dama del jazz y del blues, pero posiblemente su autoestima estuviera siempre bajo cero, que es el objetivo de los agresores: arrebatarte tu dignidad hasta reducirte a la nada. «Durante toda su vida, Holiday vivió con chulos, camellos y abusadores», señala el periodista musical Alfonso Cardenal.
Una de las canciones más conocidas de su repertorio es “My Man” (“Mi hombre”). Sin embargo, ¿os habíais detenido a escuchar con atención su letra? Es un canto al mal querer, a lo que hoy llamamos relación tóxica, al “no debía de quererte, y sin embargo, te quiero”, como llora la copla de los maestros Quintero, León y Quiroga:
Dos o tres chicas
tiene
que le gustan tanto como yo,
pero le amo.
No sé por qué debería.
Él no es honesto.
Me golpea, también.
¿Qué puedo hacer?
Oh, mi hombre, le amo tanto.
[...]
Cuando me toma en sus brazos
el mundo es brillante,
todo está bien.
Pero no era Billie la única que sufría por el (mal)amor de un bestiajo. La canción es una versión del original francés “Mon homme” (1920), con letra de André Willemetz y Jacques Charles y música de Maurice Yvain. Todos señoros, como veis.
La primera en interpretarla fue la cantante y actriz Jeanne Bourgeois, conocida como Mistinguett. La letra varía con respecto a la adaptación al inglés, pero el mensaje descorazonador viene a ser el mismo: no puedo evitar amarte, aunque me trates como si fuera basura.
En esta tierra, mi única alegría, mi única felicidad
es mi hombre.
He dado todo lo que tengo, todo mi amor y todo mi corazón
a mi hombre.
[...]
Me pega,
me quita el dinero.
He llegado al límite.
Pero a pesar de todo…
¿Qué quieres?
No será casualidad que muchas otras grandes voces femeninas hayan hecho suyo este tema de dolor, resignación y renuncia a una misma: Édith Piaf, Peggy Lee, Barbra Streisand, Diana Ross, Regina Spektor… Aunque las gentes hispanohablantes de cierta edad estamos más familiarizadas con el “Es mi hombre” que se marca Sara Montiel en “La violetera” (Luis César Amadori, 1958). Eran esos tiempos funestos de «mi marido me pega lo normal» y «los trapos sucios se lavan en casa», tan añorados por algunos, al parecer.
Y le doy cuanto soy,
lo que tengo se lo doy
a mi hombre.
Y así estoy, es un “macró”, un gigoló,
pero no importa porque
así le quiero yo.
[...]
Sólo tengo corazón
para “mon homme”.
Si me pega me da igual,
es natural.
Que me tenga siempre así,
porque así le quiero.
Ya no tengo corazón.
Cuántas veces nos han/hemos contado ese cuento: «Me trata mal, pero no puedo vivir sin él»; «yo podré hacerle cambiar»; «soy tan feliz a su lado que le perdono todo», etcétera, etcétera. De esa tradición venimos, y no es sencillo dejarla atrás… pero lo conseguiremos. Tenemos el feminismo, nos tenemos a nosotras. La lucha sigue, cueste lo que cueste. ¡Todo el mundo a las calles esta tarde!
Bueno, lo mejor es
ResponderEliminarque dais señales,
después de hace,
la de dios sin
aparecer , también
teneis a hombres
como yo, que os
aprecia , no
copieis el discurso
antihombres de
Irene Montero , y
toda esa tropilla
de amargadas
¡Hola! En efecto, nos hemos reactivado 😉 La ocasión lo merecía, es un tema que nos preocupa mucho y que debiera estar abriendo telediarios todos los días.
EliminarQuerido Orlando: ser feminista no significa odiar a los hombres, ni mucho menos. Simplemente es la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres. Se puede estar más o menos de acuerdo con la exministra Montero; de hecho, dentro del propio movimiento feminista hay muchas maneras diferentes de pensar en torno a ciertos temas. Pero el objetivo es siempre conseguir esa igualdad y que las mujeres dejen de ser asesinadas a puñados por los hombres sólo por el hecho de serlo. No compres esas interpretaciones sesgadas e interesadas que difunden algunos, por favor, ¡que tú eres un tío inteligente y sensible!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNo me entendiste,
ResponderEliminaraunque déjalo, da
lo mismo.