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Es duro asumir que, desde hace cinco días, vivimos en un mundo sin David Bowie. Ésta es una semana de luto –por no decir de mierda- para todos los que amamos el rock and roll. El Hombre de las Estrellas ha vuelto al planeta al que pertenecía y nos ha dejado solos.
Y sí, Bowie se ha asomado ya un montón de veces a este blog, pero nuestra entrada de hoy no podía estar dedicada a nadie más. Porque él lo cambió todo: la música, el arte, la moda, los roles sexuales, el concepto de estrella de rock. Su influencia ha sido, y seguirá siendo, gigantesca. Sin él y sin su compadre Lou Reed, a quien ha sobrevivido poco más de dos años, el rock ya nunca volverá a ser lo mismo. Tampoco las vidas de los que les admirábamos.
Una de mis personas más queridas, mi tía Tere (que también murió de cáncer, maldito sea), solía decir que la lectura le había ayudado siempre a superar los malos momentos. Ese poder salvador del arte es también el hilo conductor de Instrumental, las conmovedoras memorias del pianista James Rhodes, uno de los libros que más me han emocionado en mucho tiempo. Rhodes recoge esta cita de Schumann: “Mandar luz a la oscuridad del corazón de los hombres: ése es el deber del artista”.
David cumplió su deber con creces. Él cambió mi vida y la hizo indudablemente mejor. Me salvó, en cierto modo, porque todo momento de felicidad, por pequeño que sea, nos aleja un paso del abismo. Y su música me ha hecho muy, muy feliz.
Hace tiempo que Bowie alcanzó la inmortalidad. Entonces, celebremos que vivió una buena vida y que tenemos su obra, nuestra para siempre. Calcémonos nuestras zapatillas rojas y bailemos. A él le habría gustado así. Por eso el tema de hoy tiene que ser ‘Let’s Dance’, que es además el preferido de mi amiga Carla.
El disco de David que más escuché durante mucho tiempo no era tal, sino una cinta grabada por mi descubridor de maravillas particular, Luis Chelsea. En los tiempos en los que no tenías ni un pavo para comprar vinilos ni cedés ni nada, que tus amigos te grabaran cintas significaba mucho.
En ese recopilatorio estaba ‘Let’s Dance’. No es mi favorita -aunque sí está en el top ten de favoritas-, y de hecho pertenece a la época de Bowie que menos nos gusta a sus fans; admitámoslo: los 80 no fueron su mejor momento… pero con todo, el álbum homónimo donde está incluida fue el segundo más vendido en 1983, por detrás de Thriller, nada menos.
David, que no daba puntada sin hilo y tenía muy buen ojo para los negocios, quería un disco comercial, así que encomendó la producción a Nile Rodgers y dejó tirado a su amigo y colaborador habitual Tony Visconti. Tuvieron que pasar 20 años para que limaran asperezas y volvieran a trabajar juntos en el prodigioso Heathen.
Buscaba un jitazo y lo consiguió: ‘Let’s Dance’ arrasó en las listas de éxitos y es una de sus canciones más conocidas (ahora mismo, sólo el vídeo colgado por Emi Music tiene más de 30 millones de reproducciones). Y no es para menos. Tiene un ritmo absolutamente irresistible e infeccioso y la voz suena tremenda. Un llenapistas en toda regla, vaya. Y no podemos pasar por alto que el solo de guitarra es del reputado músico de blues Stevie Ray Vaughn (quien, al parecer, no quedó muy entusiasmado con la colaboración).
Es también uno de sus mejores videoclips. David era un genio de la imagen y podríamos decir que sus vídeos son más bien cortometrajes. Para grabar éste, codirigido por él mismo y por David Mallet, hicieron las maletas y se plantaron en Carinda, un poblacho australiano que debe estar donde Cristo perdió el mechero.
El clip, en el que Bowie adopta el doble papel de músico y odioso jefe de fábrica, es un mensaje antirracista directísimo, como él mismo afirmó. [A este respecto, no me resisto a dejaros esta entrevista de 1983 dando cera a la MTV porque apenas da espacio a los músicos negros]. A partir del cuento de Andersen “Las zapatillas rojas”, nos cuenta la historia de una pareja de jóvenes aborígenes australianos que malviven trabajando para los blancos y son tentados por los cantos de sirena del capitalismo.
Mallet contó en alguna ocasión que los paletos de Carinda no fueron precisamente hospitalarios con el equipo. Especialmente cuando vieron a los aborígenes (recordemos que los colonos que llegaron a tierras australianas en su momento hicieron con los nativos las mismas barbaridades que los americanos y los españoles hicieron con los indios). El orangután en bermudas que sale bailando en el bar hacia el minuto 0:49 estaba, en realidad, burlándose de la pareja. Afortunadamente, la cámara fue rápida captando su ridículo para la posteridad. Qué peor castigo que ser ridiculizado en uno de los vídeos más vistos de la historia.
Como no me canso de escucharla, os dejo con esta maravillosa versión en directo. No se puede tener más clase ni más presencia:
Buen viaje, querido Ziggy. Gracias infinitas por bajar de las estrellas y alucinarnos. Di a Lou que le echamos de menos. Nos vemos...
Dilo claro, de mierda .
ResponderEliminarY despues de ver como nos quedamos sin los mayores exponentes del rock y pop rock , Kilmister y Bowie los ultimos , y de ver como esa puta escoria de musica de orquestas, de bisbales , de los putos poligoneros del rageton, que por cierto si lo de rageton no está bien escrito me importa una mierda , salen como de una maquina de churros , o como de debajo de las piedras . cuando la musica estaba por arriba de la industria , los mejores años , despues de que es al reves , mira lo que ha pasado .
Menos mal que quedamos nosotros , para seguir apreciando la mejor musica que existe , que es el rock , en cada una de sus variantes .
Es nuestro deber resistir y transmitir a las nuevas generaciones que hay otra cosa aparte de la porquería que suena en las radiofórmulas. ¡El rock and roll nunca morirá!
Eliminar¡Cómo vamos a echarle de menos!
ResponderEliminarLet's dance no estaba en mi top ten, aunque es indudable el buen rollo que genera... a partir de hoy a empezado a escalar posiciones. No conocía la historia detrás de la canción, ni el mensaje antirracista que entraña... como siempre, gracias por arrojar luz sobre mi ignorancia :-)
No te creas, que yo tampoco lo sabía, jajaja... Pero es una historiaca.
EliminarDavid amaba Australia y decía que allí se sentía como en casa, pero no era insensible a lo que ocurría a su alrededor.
Musicalmente, me parece un jitazo tremendísimo y... claro, bailable a tope.
Qué homenaje tan bonito :) (¡y qué imagen tan chula para ilustrar el post!)
ResponderEliminarTampoco sabía nada del mensaje antiracista, pero el maldito seboso del vídeo tiene lo que se merece, 30 millones, y subiendo, de pares de ojos viendo su ridículo movimiento, jiji
¡Gracias! No sé, es difícil explicar los sentimientos por escrito sin caer en la lagrimilla ni en el lugar común. No sé si lo he conseguido, pero me ha aliviado un poco la pena...
EliminarEl gif es alucinante, sí. Si pinchas en el link que hay en el pie de foto, verás otros tantos muy molones. Los artistas gráficos también se han volcado con Bowie. No es para menos; pocos artistas tan inspiradores como él.
Buen viaje Bowie. Me encantará siempre la gente que rompe moldes. Que necesarios son. Y también me gusta mucho lo que escribes prima, como siempre.
ResponderEliminarUn beso.
Marcos.
Y que lo digas. Si no fuera por gente que toma cauces distintos a los establecidos y que cree que todo es posible, seguiríamos en la edad de las cavernas, musical y socialmente.
EliminarMuchas gracias, primo, me alegro de que te haya gustado :) ¡A ver si nos comentas más!
Me encanta cuando la gente escribe con el corazón y cada golpe de latido es una letra. Te ha quedado un precioso homenaje.
ResponderEliminarBesos.
Muchas gracias, Álvaro. Me da mucha alegría que te haya gustado y saber que he sido capaz de (más o menos) transmitir lo que Bowie significa para mí. ¡Un abrazo!
EliminarHasta hoy no he podido ni escribir este comentario, no te digo más... Para mí ha sido un mazazo tremendo también, pero como me decía mi hermana el otro día, hay que celebrar su obra pero sobre todo pensar en que vivió 3 vidas en una, una vida trepidante y alucinante, así que eso que se lleva él y que nos deja a nosotros. Sigo llorando cuando me acuerdo de que ya no está...
ResponderEliminarEs cierto. No dejo de repetirme lo mismo: que vivió con una intensidad que ya quisiéramos muchos y su obra permanecerá para siempre. Me emociona pensar que hasta el final de sus días sintió esa fuerza creativa que siempre le caracterizó y no sólo culminó un álbum y un musical, sino que incluso tenía otro disco en proyecto.
Eliminaryo también me hice fan en esta etapa, por eso a pesar de ser una mala década es MI década de Bowie... lo que lo disfruté!!!
ResponderEliminarmi blog sigue inundado de él, no lo puedo evitar... también incluí hace poco ese mismo gif... saludos..
¡Hola, JLO! Me flipan tu avatar y el tapiz de tu blog :)
EliminarComo bien dices, en el arte no importa tanto la opinión académica como la emoción personal. Es decir, que si tu Bowie es el de los 80, pues es tan buena época como cualquier otra. Lo bueno es descubrirlo, empezando por donde sea, que luego ya seguirás el hilo.
Increíble pensar que ya no está :(