Sabina en la era pre-sombrero hongo |
¿Os he contado ya que fui muy, MUY sabinista en mi juventud?
Pues sí. Este señor forma parte destacada de la banda sonora de mi infancia. En la casa de mis padres había qué sé yo cuántas casetes y discos de Joaquín Sabina y de La Mandrágora. El disco en directo de Joaquín Sabina y Viceversa lo habremos escuchado mil veces por lo menos. Debe estar hasta rayado, fijo.
El bueno de Joaquín me siguió acompañando durante muchos años, hasta que un día, como ocurre a veces con los grandes amores, me dejó de interesar. No sos vos, soy yo. Escuchaba otra música, andaba en otros parajes sonoros bastante alejados. Pero... también fue él. En un momento dado, me pareció que todas las canciones que componía eran la misma. Esas historias urbanas que tanto me habían llegado en su momento perdieron, de pronto, su encanto. Y luego empezó ya con esos rollos de discos con Fulano y con Mengana, un montón de peña con la que no tenía nada que ver tocando versiones suyas que no les pegaban ni con cola...