Cuando estudiaba COU (¿existe aún COU?) en el instituto público de mi pueblo (¿existe aún la enseñanza pública en este país? Uy, que me salgo del tema, perdón…), tuve la suerte de tener un estupendo profesor de Historia, republicano hasta la médula y gran admirador del sistema político francés, del que creía que España tenía mucho que aprender. No sé hasta qué punto su opinión influyó en mí, pero suscribo sus palabras totalmente. Yo también pienso que hay muchas cosas admirables en el país vecino. Y bueno, estas semanas estoy francófila a saco, porque he pasado unos días allí y vengo deslumbrada. Si no fuera por lo carísimo que es todo, me quedo para siempre en un café de Saint Germaine-des-Prés viendo pasar parisinos… Aaaay, que me salgo del tema otra vez…
Entre esas cosas estupendas que nos ha dado la France (y Bélgica, por extensión) está su música. Por supuesto, los clásicos: la Piaf, Gainsbourg, Françoise Hardy, Brassens, Brel… Pero también la nueva ola de bandas y músicos que han reinventado a su manera la
chanson, como
Benjamin Biolay,
Dominique A o
Françoise Breut. Por desgracia, sé el francés justito para decir “buenos días”, “gracias” y "otro vino, por favor”. Es un fastidio, porque para mí las letras son muy importantes, pero sin embargo, demuestra una vez más que una canción puede decirte mucho incluso aunque apenas sepas de qué habla. Así que me flipa
Poupée de cire, poupée de son. Y la canto en el primer bar en que suene sin ningún problema, oigan.
En 1965, con 17 años de nada, la linda
France Gall ganó el festival de Eurovisión representando a Luxemburgo [corrección apuntada gentilmente por un comentarista anónimo el 03.07.2020; erróneamente habíamos puesto a Bélgica] con este tema compuesto nada menos que por
Serge Gainsbourg. Vamos, el mismito nivel que tiene ahora el concurso.
Poupée… tiene toda la frescura del pop de los 60’s y ella le da ese punto ye-yé e ingenuo tan fantástico... Seguro que habéis visto muchas veces este vídeo de su actuación en Eurovisión. Para mí es un objetivo personal en la vida conseguir un trazo de
eyeliner tan perfecto como el de ella (es que lo del talento para la canción no se me va a arreglar, me temo).
Por alguna razón YouTube ha desactivado el código para insertar el vídeo, así que tendréis que verlo pinchando
aquí.
Las traducciones que circulan por ahí dan mucho miedo, o risa (
“Cera de popa, popa de su”, ¡y se quedan tan anchos!), así que fiémonos de
Wikipedia. Por lo visto, esta canción tan aparentemente inocente está llena de juegos de palabras y dobles sentidos (¡grande Gainsbourg!), empezando por el título: “Muñeca de cera, muñeca de serrín” también puede traducirse como “Muñeca de cera, muñeca de sonido”, lo que haría alusión a la propia Gall, que carecía de cualquier capacidad de decisión sobre su carrera artística, manejada por su padre y la discográfica de turno. Tras este éxito, el genio Serge compuso más canciones para ella, pero la relación artística se rompió a raíz del tema
Les Sucettes (chupetes, piruletas), cuando nuestra heroína cayó en la cuente de que, en efecto, la letra no hablaba exactamente de la afición a chupar caramelos con palo. Gainsbourg debió pasárselo canica con estas cosas…
Un dato muy bizarro: Bertolucci le ofreció el papel que luego haría tan célebre como desgraciada a Maria Schneider en
El último tango en París. Francamente, no me imagino a la cándida France en la escena de la mantequilla, aunque nunca se sabe.
Como gran clásico que es, este tema ha contado con innumerables versiones más o menos respetables: entre ellas la de nuestra ye-yé local, la inefable Karina, pero también de grupos tan diversos como las asturianas Nosoträsh,
Arcade Fire (en un
cover muy fiel y bien interpretado) y (tan-ta-tachán): La Terremoto de Alcorcón,
performing Muñeca de Alcorcón. Ultrafán.